Carta de Gaza: "El canto de los pájaros en un momento; los misiles al siguiente."

“Esto es Gaza, una existencia amarga, en la que cada día nos acercamos más al borde del abismo.”

Iman Al-Haj

El pueblo palestino lleva a cabo una operación de búsqueda y rescate bajo los escombros de un edificio destruido después del ataque aéreo israelí en Deir al-Balah, Gaza, el 22 de octubre de 2023. Ashraf Amra/Anadolu via Getty Images

Esta pieza fue traducida por Miguel Ángel Pulido Lendínez.

Si hay algo que quiero que la gente sepa sobre vivir bajo la ocupación israelí, es lo rápido que el canto de los pájaros puede ser sustituido por el chirrido de los misiles. La mayoría de las mañanas en Gaza mi familia se despierta con la sinfonía melódica de los gorriones españoles que adornan la ventana de nuestra cocina. Mi madre despierta con ternura a mis hermanos pequeños y nuestros días comienzan con las oraciones de Al-Fajr, bañándonos en las bendiciones de Alá, incluso mientras nos anticipamos a nuestras listas de tareas meticulosamente elaboradas.

Pero la mañana del 7 de octubre de 2023 nos recordó que nuestras rutinas, por sagradas que sean, nunca están a salvo. Presa del terror, mis ojos se abrieron de golpe cuando el estruendoso rugido de los misiles rompió el tranquilo cielo sobre nuestro hogar.

¿Qué está pasando mamá?”, mi voz temblaba.

Mis hermanos y hermanas, de 6 a 12 años, acababan de salir para el colegio. Corrimos a la ventana y los vimos en la calle mientras gritaban pidiendo ayuda, con la voz llena de miedo. “¡Vuelvan de inmediato!”, imploró mi madre.

Los días de pavor abrumador han vuelto … otra vez”, murmuré con una voz apenas más audible que un susurro. Cogí el teléfono en busca de respuestas en el mundo digital. Titulares como Israel declara una escalada masiva en Gaza” me hacen llorar. Un giro tan rápido de los acontecimientos puede ser difícil de comprender, pero así es la vida en Gaza. El canto de los pájaros en un momento; los misiles al siguiente.

Hace unos días la vida había transcurrido sin sobresaltos. Fui al gimnasio después del trabajo y quedé con mi amiga Asmaa. Hablamos de la urgente necesidad de profundizar en la desgarradora realidad de Gaza, de desenterrar verdades ocultas bajo la superficie. Poco podíamos imaginar que nos despertaríamos con otro sueño hecho añicos, otro calvario agonizante.

Pero la mañana del 7 de octubre de 2023 nos recordó que nuestras rutinas, por sagradas que sean, nunca están a salvo. Presa del terror, mis ojos se abrieron de golpe cuando el estruendoso rugido de los misiles rompió el tranquilo cielo sobre nuestro hogar.

En los últimos días han seguido llegando noticias desgarradoras, cada una de ellas más insoportable que la anterior: Israel apuntó a casas de civiles, dejando a un hombre sin su familia entera … Una niña lloraba la pérdida de su amigo más querido … Las víctimas se contaban por centenares … Mártires tras mártires … Más almas extraídas de los escombros. Innumerables edificios en ruinas, un paisaje marcado por las masacres y el genocidio. Las mezquitas – símbolos de nuestra fe – han sido arrasadas, y al menos dos ambulancias han sido atacadas.

Incluso ahora, el angustioso ulular de las sirenas me desorienta, el ensordecedor estruendo de los misiles cerca de nuestra casa pone a prueba mi compostura y el resplandor del peligro que se aproxima pinta de carmesí mis ventanas. Pero siento que el peso de mis responsabilidades se cierne sobre mí y no tengo más remedio que seguir adelante. Me aferro al portátil y me obligo a concentrarme, consciente de que no cumplir mis plazos no es una opción.

Como todas las familias de Gaza, tenemos preparadas nuestras bolsas de emergencia con ropa y documentos esenciales en caso de evacuación repentina. Nos acurrucamos juntos, una familia unida por el miedo a lo desconocido, nuestras oraciones se entrelazan con el incesante flujo de noticias de última hora.

Esto es Gaza, una existencia amarga, en la que cada día nos acercamos más al borde del abismo. Nos enfrentamos diariamente al espectro de la muerte bajo el peso de un opresor injusto, un pais inhumano y despiadado que nos aprieta el cuello – robando la inocencia y la alegría de nuestros hijos y el canto de los pájaros en nuestras ventanas.

[Nota del editor: Este testimonio fue publicado con permiso.]

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Iman Al-Haj is a Palestinian writer.

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